jueves, 27 de noviembre de 2008

Calle Infantas





Cómo agradecer al reloj digital que no ilumine la hora al pie del televisor cuando apague la luz, a la repisa que en el baño no permite desplegar los útiles de aseo, al patio interior demasiado estrecho que me impide ver el cielo y el campanario que contemplaba en otro hotel unas calles más allá no hace mucho. Cómo agradecérselo y a la vez rogar que en la calle Infantas descubra nuevos motivos, mínimos, de costumbre traicionada. Mientras me entretengan estas minucias, a las que doy el trato de incomodidades, conseguiré esquivarte, soledad, huésped perpetuo en los cuartos de hotel.