domingo, 1 de marzo de 2009

De lo trivial que no erosiona el olvido o “Tengo esa conversación clavada en la cabeza”

—¿Lorena? ¿Hablo con Lorena?
—Sí... Soy yo...
—No me conoces. Bueno, tal vez sí.
—¿Quién me llama?
—A quien conoces... A quien conoces bien es a mi marido.
—A mí no tienes que llamarme.
—¿Por qué no? ¿No compartimos algo últimamente?
—No tiene derecho a llamarme.
—¿Ah, no? ¿Y tú tienes derecho a hacer lo que haces?
—Por favor, basta ya. Voy a colgar.
—Eso mismo es lo que tenías que haber hecho antes. Antes de abrir las sábanas.
—Esta conversación no tiene sentido.
—¿Ah, no tiene sentido? ¿Y sí lo tiene que mandes a la mierda una familia?
—Cuelgo.