viernes, 14 de mayo de 2010

Desenredarse

Las nuevas versiones de procesadores de textos automatizan acciones que convierten la escritura poética en un disparate. Interpretan los versos como párrafos y un soneto parece un caligrama. No es la única, ni la principal, distorsión. Las redes sociales se han apropiado de la esencia del poema, la emoción —la emoción de encontrar al amigo, la emoción de conocer el instante oculto—, y la divulgan como fin en sí mismo: la agonía del pensamiento estimula las emociones. ¿Y el poema? Insistir es trabajo baldío. Sólo hay una vía: renunciar. Y regresar a la arena, al viento, a los cactus.