miércoles, 27 de junio de 2012

Einfach, innig


Fásmido del pentagrama, extrae de su inmovilidad el azucarillo que disuelve sus notas entre las del conjunto de cámara. Su piel de alpaca le hace propenso a las simetrías entre sonido y destellos luminosos. Un alambicado sistema de clavijas juega al escondite con el aire que el flautista introduce por una embocadura lateral en el tubo de las metamorfosis. El aire disfruta buscando y encontrando el hueco por donde huir en forma de dulzor. Estas cualidades las aprovechan los flautistas para convertirse en figuras legendarias. Y es cierto que la brisa les ayuda a esparcir su música y su melena.