viernes, 3 de agosto de 2012

1732


La ventana del taller del artesano es su muestrario de colores. El azul brumoso. La tierra sangre. La plata de los álamos reflejada sobre el temblor del agua. Frente a su modelo, tritura pigmentos, los mezcla con paciencia. Sobre el trípode la vieja olla cuece materiales encontrados en el bosque. De reojo, controla el ladrillo falso tras el que guarda el pan de oro. Teje hilos, los vierte en el cubo del tinte, deja que el sol de la mañana los seque. Cada tarde añade un detalle al boceto. Un día, dedos de dos manos, entrelazará la hilatura del tapiz.