martes, 24 de marzo de 2015

«Alfabeto», de Inger Christensen (1935-2009)


Podría haber sido un naranjo. Sendero de un jardín con tres naranjos. También la cabeza erudita de una vaca. Pero Inger Christensen elige para empezar a dibujar lo real la A del árbol de los albaricoques. La visión nunca avanza en línea recta. Cada letra emerge con la misma dimensión de todas las letras anteriores juntas. Una manera de evocar con versos la trama insondable. Todas las letras, hasta 14. El soneto que contiene todos los sonetos. No escribe «el soneto existe», lo escribe. Los lazos que entrecruzan la belleza y la destrucción. Una playa donde el mar practica caligrafía.