lunes, 24 de octubre de 2016

1970- «El laberintodonte»


Virgilio, el pastor, dobla sobre el cercado la chamarra por si al cantar le sofocan otros calores. Desabotona la franela que le oprime el cuello y destensa el cordón de las calzas. Frente al ganado, que se agolpa en la puerta del redil, busca en el morral el pergamino de la balada que compuso anoche, en la honda soledad de la majada. Más allá el pastorcillo Pimenta corteja a su pastora sin bucólica, sin laúd, sin hexámetros y hasta sin pastora. Le basta evocarla con la mano sobre la cabeza de una oveja que bala: Phalos brotan en la brisa.