sábado, 12 de noviembre de 2016

Becqueriana / 96


La tarde trae nubes con historias por contar. Hay quien las espera y observa el cielo, cada día, por descubrir en su blancura u oscuridad el hilo que conduce a un acontecimiento que no ha ocurrido. Las nubes hablan siempre por los codos. Las lóbregas, embozadas, antipáticas se acuerdan de quienes al cruzar frente a un charco lamentan no haber saltado sobre su cristal. Las blancas, orondas, felices acompañan la aventura de quienes con las manos entrelazadas transitan distraídos por las calles. Los cielos de otoño convierten a los visionarios en lectores de nubes. Las detienen, las contemplan, las escuchan.