miércoles, 14 de diciembre de 2016

Narciso B


Nunca había estado seguro de que aquella fuera una opción interesante, y menos cuando vio al tipo del concesionario hablarle meneando un palillo en la boca y supo que el taller estaba a varios kilómetros, o que el descuento que anunciaban en el periódico se había quedado enseguida en nada. Tampoco la marca le ofrecía fiabilidad, pero mientras se preguntaba qué hacía en aquel lugar y debatía con su propio error, se vio, sin saber cómo, delante del modelo. Quiero decir, se vio a sí mismo allí, de pie, reflejado en la chapa metalizada. Y no pudo decir que no.