viernes, 20 de enero de 2017

# 572


Es el espacio el que crea las palabras. Son el espacio y el deseo. Lo que rodea, lo enmarcado, lo que fluye cuando pasa la corriente río abajo y alguien se queda contemplándola desde el puente con el pensamiento absorto. Lo que dice entonces, esa expresión. También la que se pronuncia sin acertar a veces en el sonido, entre los cañaverales, a mitad de un abrazo, cuando los dedos se esparcen por la nuca y la mano se aferra a la cintura. Una palabra, casi gemido. Lenguaje con el que se comprende lo incomprensible. La vida, quizá. Cauce y anhelo.