sábado, 13 de enero de 2018

Becqueriana / 126



El silencio es un vendedor ambulante que extiende en el suelo una sábana con los cachivaches que ofrece. La campanada de un cuarto. Un ladrido lejano. El piar incansable de los vencejos. El llanto de un bebé. Un maullido. La furgoneta del panadero, que tiembla como si un camión la hubiera pedido en nupcias. Al despertar, nos quedamos embobados antes su despliegue de mínimos sonidos. Tan breves, otros hechizan. El latido de un corazón. El chasquido de un hueso al mover una pierna. El rumor de la piel al rozar otra piel. Dos respiraciones acompasadas. Lo que expone el silencio.